A la espera de lo que finalmente se concrete en los aforos oficiales autonómicos valenciano, murciano y andaluz, el sector citrícola anda sumido en las habituales especulaciones sobre lo que dará de sí la campaña 2016/17 que ahora arranca.
Se habla de la floración y el distinto cuajado según zonas y variedades, de los efectos de la sequía, de las restricciones en el riego, pero, sobre todo, y vinculado en parte a todo ello, de la "porgà" mayor o menor que se dio en mayo y junio (la caída fisiológica natural de los frutos que se produce en estas fechas) y de la falta de calibre de algunas mandarinas.
Para el Comité de Gestión de Cítricos (CGC), la patronal que representa a los exportadores privados, el debate se reduce a algo mucho más simple: "Tras una campaña con una producción excepcionalmente baja por efecto de la las olas de calor de mayo de 2015, afrontamos otra más normal, con cifras seguro mayores que la precedente, pero que no conllevarán un exceso en la oferta y que, por el contrario, sí permitirán satisfacer más fácilmente la demanda, con un fruto de altísima calidad, pero quizá algo menor en tamaño".
Desde diversas instancias agrarias se ha aventurado en las últimas fechas una importante merma derivada de las deficiencias en el riego y del déficit de precipitaciones. "Para evitar una 'porgà' excesiva es clave que la tierra conserve un cierto grado de humedad y es cierto que este año arrastramos ya serios problemas por la sequía, que se agravaron en esas fechas clave por la falta de precipitaciones", matizan fuentes del CGC, que centran el problema de la caída de frutos en la variedad de clementina mayoritaria, la Nules.
Derivado de todo ello, según las estimaciones transmitidas por los asociados del comité, "se observa también un déficit en el calibre, especialmente en las mandarinas más precoces, lo que también puede alterar a la baja el volumen de cosecha, pero también una mejor relación de azúcar y acidez, así como de contenido de zumo". Serán las previsiones de producción realizadas por la Conselleria de Agricultura valenciana primero y por las administraciones homólogas del resto de regiones productoras (Andalucía y Murcia), después, las que acaben por concretar el alcance de estas pérdidas. El CGC, advierte en este sentido que "pese a las cifras que se puedan dar ahora, estas tendrán que revisarse meses después porque los efectos sobre la cosecha se manifestarán también más tarde y es probable que se tengan que dar nuevos ajustes", como, de hecho, ya se hicieron en la temporada que ahora acaba.
Sin nuevas plantaciones
Sin disponer de tales elementos de juicio, el CGC sí se atreve a hacer una observación a corto y medio plazo: "Si no median circunstancias extraordinarias e imprevisibles (heladas, pedriscos, sequía extrema o un anómalo y continuado viento de poniente como el de 2015), la producciones de esta campaña y la de los años siguientes no serán excesivas y podremos hablar de una cierta estabilidad y moderación en la cosecha". El matiz es relevante, pues no en vano, y según los balances de campaña anuales realizados por el CGC, tres de las últimas cinco campañas citrícolas (la 2011/12, la 2013/14 y la 2014/15) arrojaron balances nacionales con tonelajes de mandarinas, naranjas, limones y pomelos entre los 7 y los 7,5 millones de toneladas. "Habrá oscilaciones, pero, para no errar en el cálculo, estas deberían situarse entre los 6 y 7 millones y difícilmente se superará ese umbral psicológico de los 7 millones de toneladas en el conjunto del país o los cuatro millones en la Comunidad Valenciana", matizaron desde el CGC.
Los augurios de la asociación que representa al comercio privado, que canaliza en torno al 70% de las exportaciones citrícolas españolas, se basan no en apreciaciones particulares, sino en los pocos datos objetivos estadísticos que tienen a su alcance: la venta de plantones de cítricos y las cifras que el Ministerio de Agricultura da sobre la evolución de la superficie citrícola. Y en ambos casos, es evidente que se ha dado una clara tendencia a la baja.
La citricultura española ha pasado del boom de nuevas plantaciones (fundamentalmente en Andalucía) situado en la década comprendida entre la campaña 95/96 y la 2005/06 –en el que las ventas anuales de plantones oscilaron entre los 6 y los 7,8 millones al año (a razón, pues, de 6,6 millones de media anual)– a otra etapa bien distinta sostenida durante ocho años consecutivos con ventas de entre 3 y 4,3 millones (3,5 millones de media).
"Las ventas de plantones, que suelen ser un buen indicador del nivel de expansión citrícola, han caído a la mitad y estas cifras difícilmente dan para la reposición de los frutales más viejos, con lo que es previsible que entremos en una espiral de estabilidad, ya que desde hace tiempo los incrementos no vienen dados por la nuevas plantaciones jóvenes que acceden al mercado, sino por los aumentos en los rendimientos a consecuencia de la mejora de las explotaciones", explican desde el CGC.
Abandono
A tal indicador convendría considerar un segundo, que no hace sino confirmar la conclusión anterior. La superficie plantada de cítricos se ha reducido considerablemente también durante el último lustro, al pasar de las 315.000 hectáreas de 2010 (178.000 en la Comunidad Valenciana) a las 299.000 de 2015 (162.000 hectáreas en la Comunidad Valenciana).
A tal estadística cabría añadir la certeza de que en muchas zonas agrarias antes típicamente citrícolas se aprecia una reconversión evidente hacia otros cultivos como el caqui, la granada o la almendra.
Fuente: freshplaza.es