La abundancia de fruta del hemisferio sur condena a que se pierda en el campo casi la mitad de la cosecha española Colapso en el mercado de mandarinas precoces.
Los malos augurios se están cumpliendo, lamentablemente. La campaña citrícola española está teniendo un mal inicio en las primeras semanas de desarrollo. Pésimo, en muchos casos, y en los próximos días se verán más desenlaces desafortunados. Casi toda la producción que queda en los campos de variedades de satsumas y clementinas precoces se va a quedar irremisiblemente, perdiéndose sin capacidad de salida en el mercado ni en la industria.
Hablamos de una pérdida de más de cien mil toneladas, por citar una cifra redonda; puede ser mucho mayor, y también cabe que se acerque al doble. Depende de hasta dónde llegue el naufragio, pero el desastre inicial está servido, y no sólo en la Comunitat Valenciana; también en las demás zonas productoras: Tarragona, Murcia y Andalucía. Es un problema de la citricultura de toda España, por lo que extraña al mismo tiempo que aún no se estén oyendo lamentos más sonoros e iniciativas que deberían apuntar ya al Gobierno central en búsqueda de remedios o soluciones, aunque no sean para hoy, al menos para el futuro. Por supuesto pasando por los Ejecutivos autonómicos, en los que cunde igual silencio, por el momento.
Dentro de la complejidad del problema, se pueden apuntar dos causas. Por un lado, un sobredimensionamiento de la producción española de variedades de primera temporada, que además presenta en muchos casos fruta falta de sabor e incluso de zumo. Enfrente de este panorama, una oferta creciente en Europa de mandarinas tardías (Nadorcott, Tango...) del hemisferio sur, sobre todo de Sudáfrica. Una presencia que, además de ser cada año más abundante en los mercados europeos, se prolonga más tiempo y se solapa con la fruta de aquí. Y combinen todo ello con una atonía del consumo, que no demanda aún cítricos en cantidad porque todavía no aprieta el frío, ni hay iniciativas publicitarias que estimulen a comprar clementinas de España.
Ante la pérdida de condición de las Iwasaki, Okitsu, Clemenrubí, Oronules, Marisol..., los supermercados demandan fruta más consistente, por lo que el comercio se ha decantado a terminar la Arrufatina que queda y comienza con la Clemenules, rezando todos para que la lluvia la respete. De las variedades sobrepasadas puede perderse casi la mitad.
Fuente: Las Provincias