Alza de temperaturas, menor cantidad de heladas, lluvias en primavera y baja en la disponibilidad de agua, entre otros, condicionan al agro. Según proyección hecha por Ciren, cambiará las condiciones en muchas zonas apropiadas para generar determinado producto, mientras que otras aumentarán sus posibilidades para recibir, incluso, cultivos nuevos.
Nuevas oportunidades productivas abriría el cambio climático en Tarapacá y en Biobío. Más temperatura, menos cantidad de heladas, menor disponibilidad de agua son parte de la nueva realidad que está a la vuelta de la esquina y que cambiará el mapa productivo nacional, ya que mientras algunas zonas tendrán que bajar la intensidad de producción o cambiar de rubro, otras adquirirán las condiciones para aumentar sus cultivos o recibir nuevas especies.
Será una reconversión obligada, ya no por temas comerciales, de mercado o para colocar variedades más productivas como ocurre actualmente, sino que simplemente por las nuevas condiciones que impone el clima.
Para aprovechar estas nuevas opciones se requiere que las comunidades y productores locales tomen medidas para adaptarse a los nuevos tiempos, es la conclusión que deja un estudio realizado por el Centro de Investigación de Recursos Naturales, Ciren, que desarrolló un atlas de zonificación hídrica para dos zonas del país, Tarapacá, en el norte, y Biobío, por el centro-sur, que anticipan lo que podría ocurrir a nivel nacional en solo 10 años más.
En el atlas se hace una proyección al año 2030, considerando el cambio climático y el aumento en la temperatura del planeta, y cómo afectará esto a las plantaciones, principalmente por la disponibilidad de agua en los suelos. A partir de eso, se esboza qué cultivos podrían ser los más adecuados, según cada zona específica estudiada, por condiciones climáticas e hídricas, y que al mismo tiempo permitan recuperar la capacidad agrícola.
Según un informe del Ministerio del Medio Ambiente, para el año 2050, la temperatura aumentará 2,7 grados Celsius, lo que representa un aumento de 14% respecto de la realidad actual. De ahí la preocupación por estudiar cómo prevenir y planificar para que el agro local no pierda potencial.
Algunos de los riesgos que se ven para la zona norte son perder la tradición agraria étnica y por ende que se produzca una migración desde lo rural a lo urbano, perdiendo mano de obra que se dedique a la agricultura.
''Algunos pierden y otros ganan. Por eso es que se habla de traslado o migración de la agricultura del norte hacia el sur. Más al sur van a ir subiendo las temperaturas y mejorarán las condiciones para los cultivos'', explica Horacio Merlet, agrónomo del Centro de Información de Recursos Naturales.
Parte de las advertencias que hace Ciren, para el caso de la zona del Biobío es que en 2030 aumentarán los días de calor, disminuirán las heladas, serán más las lluvias en primavera y bajarán las horas de frío en invierno. Además, el alza de las temperaturas aumentará la demanda hídrica, por lo que, insisten, es prioritario que se mejoren las tecnologías para hacer un uso más eficiente de los recursos hídricos en todo el país.
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Fuente: Revista del Campo