Cuando la temperatura baja a cero o menos grados no solo se arriesga la cosecha del año, sino que, dependiendo del tipo de helada, se pone en peligro el cultivo o la plantación. Utilizar de manera adecuada sistemas como rociar las plantas, hélices o calefactores puede prevenir el impacto o evitar daños.
Cuando la temperatura del aire, a nivel del suelo, baja por debajo de los cero grados, el líquido al interior de las plantas comienza a congelarse y los cristales, al expandirse, provocan daños e incluso su muerte. A qué temperatura se produzca el daño depende de múltiples factores, que incluyen su estado de desarrollo y la zona en que se ubique, además del tipo de helada que se produzca.
''En invierno, las plantas son más tolerantes. En la medida que se pasa a primavera se van haciendo cada vez más sensibles. En el caso de tener frutitos pequeños, resisten hasta 0,5 grados, pero si es período de floración (dependiendo de la especie), puede soportar hasta -2 grados'', explica Gabino Reginato, profesor de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile.
De todas formas, cuando las temperaturas llegan a cero grados, las plantas se ven afectadas y la cosecha, probablemente, disminuirá.
''Temperaturas cercanas a 0 grados ya hacen mucho daño. Las enzimas del tubo polínico dejan de trabajar a temperaturas cercanas a cero grados. Se puede producir polinización, pero no se produce fertilización'', explica Florencio Lazo, de Lazo Frost Control Machine.
Pero el daño dependerá, además, del tipo de helada que se produzca, donde importará la humedad que existe en el entorno (a mayor humedad, menos daño) y si son por advección, es decir cuando ingresan grandes masas de aire frío (polar, por ejemplo) que permanecen por un tiempo largo; y las por radiación, que se producen por la pérdida de temperatura del suelo, especialmente en la noche, pero que permiten movilizar el aire más caliente desde las zonas más altas.
El problema es que con el cambio climático se ha alterado el ciclo usual del clima, y con ello la ocurrencia de heladas.
''Estamos muy preocupados, porque por el cambio climático hemos tenido mucho calor en verano, mucho frío en invierno y estamos teniendo heladas en primavera también. Es lo que se ha dado en el hemisferio norte'', comenta Florencio Lazo.
Por ello, es importante estar preparados en todo momento para prevenirlas y combatirlas.
Una forma de hacerlo, denominada pasiva, consiste en la planificación de la plantaciones, incluyendo consideraciones como ''no cultivar especies sensibles a las bajas temperaturas en zonas donde se sientan las heladas, que son generalmente en la parte baja de los valles (zonas de ríos, especialmente). Además, la utilización de cortinas vegetales, ya que evitan la circulación y el intercambio del aire, lo que hace que las heladas hagan más daño en los cultivos'', explica Giovanni Lobos, investigador de INIA Intihuasi.
A ello se suman medidas de manejo de suelo. ''Preocuparse de tener un suelo libre de maleza, húmedo, compacto, para que la planta esté en la mejor condición. Todo lo otro requiere de una inversión en protección'', explica Reginato.
Generar escarcha como protección
Luego están lo que se denomina medidas activas; es decir, donde se requiere una intervención que ayude a evitar que el frío descienda más de lo conveniente o a delimitar el daño que pueda provocar sobre el cultivo o la plantación, tales como el uso de calefactores, hélices o aspersión de agua. El objetivo de utilizar métodos activos es elevar la temperatura entre uno a tres grados, dependiendo del que se utilice.
Los expertos insisten en que si bien todas las medidas tienen sus pros y sus contras, hay algunas que funcionan mejor que otras.
El profesor de la Universidad de Chile, Thomas Fichet, quien realizó un estudio sobre el control de heladas, donde mide principalmente la eficacia de los sistemas de hélices, tanto fijas como móviles, explica que lo importante es mantener el suelo con temperaturas por sobre los 0 grados.
''Las hélices móviles se presentaban con varias ventajas, porque se podían mover a través del predio. Se buscó darles otros usos como, por ejemplo, bienestar animal, ya que mueven aire en los galpones, porque en veranos los animales se echan y no comen, tienen un efecto negativo en su desarrollo. Estas maquinarias no se compran con ese fin, pero finalmente tiene ese beneficio extra'', explica Fichet.
El problema, según explica, es que estas hélices solo se elevan hasta 9 metros, y durante las heladas las masas de aire cálido están entre los 12 y 15 metros sobre el suelo, por lo que no alcanzarían a movilizarlas como se requiere.
''Las hélices fijas, que trabajan con motor, ya sea a gas o petróleo, las hacen girar durante las heladas radiativas. Cuando hay heladas normales, el aire caliente sube. Al enfriarse el suelo, va subiendo esta masa de aire caliente, que generalmente se estaciona alrededor de los 12 a 15 metros de altura, y de ahí hacia arriba se enfría nuevamente. Esa capa de aire caliente normalmente está a cuatro grados, versus los cero grados que hay en el suelo. Las hélices mueven este aire y lo bajan, mezclándolo con este aire frío. Es homogeneizar. Tienes 0 en el suelo y 4 arriba, finalmente tienes 2 grados'', explica Fichet.
Por ello, el sistema de hélices no sirve solo, sino que se requiere adicionar otros sistemas que permitan elevar la temperatura a baja altura.
''No sirve una hélice sola, sino que hay que ayudarse calentando el aire con calefactores. Para eso lo mejor son varios calefactores pequeños repartidos en el campo, donde se necesitan mínimo 20 por hectárea para que la hélice mueva el aire en toda el área del campo y con eso, dependiendo de la gravedad de la helada, pueda calentar el campo'', explica Pier Zecchetto, de la empresa Zimex.
El problema es que tanto sistemas de movilización como para calentar el aire son de costos altos, lo que dificulta su uso en el campo.
Una forma de menor inversión sería el agua.
''Lo que ha dado buenos resultados para impedir que las bajas temperaturas generen daños a nivel de estructura vegetal es la aplicación de agua a través de microaspersión a los cultivos'', explica Lobos. Este sistema genera una lluvia muy fina -de entre 3 y 4 milímetros por hora- que cubre las hojas y frutos, la que, al ocurrir la helada, se convierte en una capa de hielo que protege a la planta, obligándola a generar energía y, además, evita la formación de cristales de hielo en su interior.
Otro método que está resultando y que se aplica en el caso de vid de mesa y cerezos, es el uso de plásticos que al colocarse sobre el cultivo evitan el escape del calor y ayudan a mantener la humedad del suelo, con lo que se podría mejorar la temperatura hasta en dos grados, según Reginato.
Además, está la posibilidad de utilizar bioestimulantes, que se rocían a nivel foliar, y que aplicados dos o tres semanas antes de la época de frío ayudan a resistir mejor las bajas de temperaturas.
Poca eficiencia al generar calor
Si bien durante años se pensó que una buena técnica para elevar la temperatura en el momento de las heladas era generar humo, los expertos han comprobado que es poco efectiva, pues, como señala Lobos, ''esta combustión no genera calorías, solo humo, y si hay viento, es peor, porque se va para cualquier parte''.
Otra medida que no ha sido tan eficiente es la de calefactores móviles, especialmente si se trata de superficies amplias. ''Se van moviendo con tractor a través del sector, pero si tienes un área muy grande, la capacidad de proteger el cultivo va a ser ineficiente, porque si te demoras mucho en recorrer esas zonas, el efecto será casi nulo'', agrega Lobos.
Independiente del sistema que se use, es clave que, para poder utilizarlo adecuadamente, el productor tenga acceso a los reportes del clima.
''Hoy en día hay diversos portales (...) que alertan a través de internet, mensajes de texto o redes sociales sobre las condiciones de heladas que se podrían ir generando en las temporadas. Ya no es como antes, que uno sabía de un día para otro'', enfatiza Lobos.
''Si tienes control, con unas cinco horas de anticipación a 10, se pueden echar a andar las medidas de prevención, como los aspersores o molinos. Si no tienes control, mientras antes, mejor. Ideal, si se avisa con una semana o 5 días antes a aquellos productores que tienen menos herramientas para mitigar los efectos'', agrega Mario Bustamante, CEO de Instacrops.
Saber cómo viene el clima, permitirá anticiparse y poner en marcha las medidas de prevención como aspersión o molinos.
Tener el suelo libre de maleza, húmedo, compacto, para que la planta esté en la mejor condición, ayuda a prevenir el daño.
Fuente: Revista del Campo